miércoles, 8 de julio de 2020

Exilios, VIII

Tindouf


     Tindouf es el nombre de una Wilaya argelina que se ha colado en la vida y memoria de los saharauis en general. Una basta región desértica sureña que abarca la vida y la muerte indistintamente y que abarca también el exilio saharaui. Engloba, tanto a argelinos como a saharauis. Hoy en día ese nombre elude únicamente a los saharauis, inclusive para los mismos argelinos.
    Tindouf, como Wilaya o región, cada año se rinde sin discusión a dos estaciones: el verano y el invierno. En la estación seca, su tributo es quizás más evidente y descarado, los habitantes se codean con la muerte y la exasperación a ras de la perdición. En la estación del frío, simplemente se congela todo, hasta la arena que se cuela en los lugares más insospechados y, acostumbrada a vagar por el extenso desierto como y cuando le venga en gana, se rinde a tal frío y se aglomera calladamente aquí y allí buscando como todos, un rincón cálido donde resguardarse. El otoño y la primavera, tampoco deparan buenos momentos, por un lado las moscas y por el otro el magnánimo siroco del Sahara. O sea, que la vida se reparte entre bofetadas y torturas venidas del más allá. El más acá, la esperanza, esa que deambula por los campamentos de refugiados saharauis, disfrazada de pacificadora universal, se esconde detrás de una carcajada desmerecida; se burló tempranamente de la gente e inventó el porvenir y la espera, a base de pan y agua e intenciones. Mientras, nuestras almas imploran, desde hace años y desde el mismo lugar, que cesen los castigos y los maleficios. Amén.
Todos los refugiados vemos a Tindouf como un mal o un bien necesario, depende como lo miras es una cosa u otra. Los argelinos de la ciudad nos llaman “kurdos”, -en cuba, nos hubieran llamado “palestinos”-. Sabemos que no nos desprecian, aunque a veces nos cachetean a propósito. Es en definitiva donde nos tocó vivir, eso si, por tiempo limitado. Tan limitado que a mí me dio tiempo para vivir en tantos sitios diferentes y asomarme de vez en cuando para ver si aún mi gente sigue allí o no y, también les dio tiempo a mis padres de exasperarse hasta morir.
     La ciudad de Tindouf en sí, evidentemente esta copada por nativos locales, entremezclados con figurantes saharaui, se mueve a ritmo de los tambores de los mismos saharauis y éstos se aprestan a comprar cada día el pan y las verduras pagando con dinero franco argelino sin saber el precio. Sus habitantes, mayoritariamente militares, se hicieron eco de que el saharaui es un ser que deambula por los alrededores de la ciudad y, se apresuran sin reparo a pedirles credenciales cada vez que entran o salen. En todas los accesos a la ciudad hay un control militar férreo y en donde cada militar carga con un fusil apuntándoles y listo para disparar. Más adentro en la ciudad los controles y policías argelinos descaradamente se multiplican para pedir algo, a cambio de no apretar alguna tuerca. La ciudad, infestada de Pan, cigarrillos asquerosos, y ropa falsificada, se enorgullece de su libertad en las narices de los exiliados saharauis y, la policía les recuerda en cada esquina que pagar tributos una y otra vez más, es un mal necesario, por aquello de, “alimentar a su familia.” En Tindouf, todo es falso y descarado y esta muy lejos, para que alguien venga a decir que eso no es ético. Los saharauis quisiéramos denunciarles, pero no estamos locos para hacer eso, gracias a su gran nación al menos tenemos donde vivir.
      Yo por mi parte, que crecí allí, soy uno de sus mejores amigos. Me vio corretear por sus desérticas calles, es donde tomé mi primer helado y tuve mi primera pelea. 
Me despedí de Tindouf en un atormentado verano sin saber a donde me llevaban, y entonces solo se me quedó grabado su nombre, la había olvidado por completo. Mucho más tarde, a pesar de todo y que yo preferí otros lares para vivir, Tindouf aún me sigue recibiendo con los brazos abiertos, si bien nunca me ha invitado a nada y si lo hace, siempre pago yo.

6 comentarios:

joaquina dijo...

Me ha gustado la descripción del alma descarnada de Tinduf.
Tomo prestado el relato para reproducirlo en mi blog, con enlace a tu blog.
Saludos!

Unknown dijo...

Una descripcion maravillosa, incluso me has emocionado con ella, yo que estuve alli el año pasado me he sentido transportada hasta Tindouf con tus palabras, un excelente articulo y si no te importa quiero ponerlo en mi blog.
Un beso amigo Chedjan
teo

Chejdan dijo...

gracias

Hamoudi dijo...

cheidan eres grande , simplemente. y solo pido a allah que miles como tú. reciba un saludo de un compatriota tuyo.

Unknown dijo...

Muy bueno. Todo un descubrimiento, este blog.

Chejdan dijo...

Gracias por este descubrimiento. La realidad saharaui esta ahí, solo hay que contarla, de alguna manera.