sábado, 16 de mayo de 2009

Dirigiéndome a una flor.

Porque tu mirada cautiva es bondadosa.
Porque tu piel es canela.
Y porque tu sonrisa es contagiosa.
A ti, te canto hoy una difícil balada.

Tu recóndita alma, una semilla
de ramaje verde y tanto considerada,
me llena de viejos sentimientos.

Tus caricias, pequeña longeva,
se deshacen con el rigor
de otra voz más ronca.

Tus dientes blancos de puro marfil
se desean entre sí
y; tus labios carnosos se confluyen
en una línea delgada,
que en el todo significan
Boca de mujer, “quizás” sensual,
“quizás” encantada.

Cuando te bese y te bese
y me quede hechizado,
luego sí, talvez te cantaré sermones
y baladas ya desgastados y, te juraré
con voz titubeante que
mañana aún es hoy,
y que luego todavía es ahora.

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