domingo, 30 de noviembre de 2014

Exiliados (i). Crónicas del exilio saharaui

Yo         

No soy yo un modélico exiliado, tal vez soy un enfadado exiliado y rabioso y también inquieto. Si, todo me ha ido como tal. El tiempo y las esperas me han confiscado las maneras de vivir y los modales. Han apretujado al limite mi paciencia y han aniquilado poco a poco mi entusiasmo y mi fervor patrio. Es así de cabrona la vida y de soberanamente malintencionada.
       No es mi Yo, tan interesante más que otros compatriotas. Es mi Yo solo un ser andante en busca de su propia frontera, una frontera que se antoja cerca, pero que en realidad esta perdida entre culturas y pueblos que se regocijan de que les pertenece. Pero. De pertenecer también hablan mis vecinos de todos los nortes y sures y ambos laterales, si, mi Yo les pertenece,-dicen-. Como muestra, indistintamente, me han dado cobijo, me han documentado, me han alabado, me han cuidado al mínimo detallado y me han prestado sus embajadas y consulados y, siempre me han dicho muy buenamente, que su hogar estará abierto por y para mí.
     Exiliado oficialmente, según para quien y extra según para quién. Es mi exilio realmente un objeto abandonado en el almacén de los trastos, polvoriento y sucio que, solo se percata de su presencia cuando se limpie el sitio y, tantas veces se tentó en tirarlo como objeto ya definitivamente inútil.
     Exiliado a los pocos años de nacer. He implorado a Dios que acabe todo y me dé mi pedazo de tierra , pero siempre me ha negado todo y, a veces me ha discriminado. Es así. Aunque sigo rezando y pidiendo lo mismo, como tantos saharauis. Incluso, hay quienes ya rendidos, quieren pasar directamente al día del "juicio final" y vérselas con Dios. ya no hablan de independencia o cosa por el estilo, más bien, del camino a seguir y las normas a cumplir para entrar en el paraiso celestial.
     Mi ser se ha cansado de dar tumbos aquí y allí, y se cansó de reír y volver a reír. Me cansé de ver y tocar los colores de este y aquel cielo y me he liberado de tantas culpas para adquirir otras tantas.
    Al final todo es banal, o no. Si yo fuera libre quizás no todo lo sea, porque no es menester culparse y disculparse de algo que solo te incumbe a ti. Pero es de razonable alzar mi voz para desairar mis miserias y mis conflictos.
    Exiliados saharauis quieren hablar para decir lo que a mi Yo no se le ocurre, porque ignoro o porque no sé los detalles. Los veo que rechisten y apalabran a carcajadas: una queja bien intencionada es una denuncia del alma y que va al alma en exclusiva.

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